sábado, 16 de agosto de 2014

Una semana y dos días.



Tras 9 días aquí, la única conclusión que he llegado acerca de este país es ninguna, excepto que el tiempo pasa muy rápido. Todavía me parece que fue ayer cuando estaba decidiendo qué metía y qué no dentro de la maleta, o despidiéndome de toda la gente a la que todavía no me ha dado tiempo a echar mucho de menos.

Parece por tanto, que después de 9 días aquí he terminado de adaptarme al horario americano. Eso sí, la falta de actividad ha hecho que el jet lag se prolongara más de lo deseado y he estado cerca de una semana sin ser capaz de despertarme más allá de las cinco –en el mejor caso- de la mañana.

De momento mi actividad ha sido prácticamente nula. Más allá de montar mi habitación, hacer las compras pertinentes, y jugar al tenis a horas que ni yo mismo habría imaginado que se podía jugar (las 7 de la mañana, sin ir más lejos), lo cierto es que he asistido a unas cuántas orientaciones, he hecho algún que otro examen, y me he bebido alguna que otra cerveza.

Sin embargo, el proceso de aprendizaje ahora toma otros derroteros. Poco a poco me voy adaptando a la comida, aunque reconozco que de momento está siendo la parte más difícil por el hecho de que no conozco prácticamente nada de lo que venden en el supermercado. Por otra parte, el shock cultural no está siendo demasiado grande en la medida en que después de cuatro años trabajando para la universidad, he tenido tiempo de identificar algunas de las señas de identidad americanas.

La próxima semana empezaré las clases (el miércoles), y al mismo tiempo comenzaré mi curso de metodología de la enseñanza, que será el que me permita ser profesor de español a partir del próximo semestre de otoño. Supongo que el hecho de entrar en esa rutina me hará cambiar aún más mis hábitos, y me tocará readaptarme por segunda vez a esto, puesto que hasta ahora mi vida aquí ha consistido en instalarme.

Por lo demás, poca cosa. A partir de ahora empieza la verdadera experiencia americana. El miércoles comienzan las clases de toda la universidad, y el campus se llenará de estudiantes. Desde ese momento, supongo y espero, empezaré a vivir con más intensidad el sueño americano.

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